Se distinguen fácilmente por sus ojos alargados, de aspecto felino, y la piel dura, áspera y con manchas. Tienen un color gris amarillento, con manchas negras, marrones y blancas en el dorso. Es de costumbres nocturnas y vive en fondos arenosos, donde se alimenta de pequeños moluscos e invertebrados.
Una muestra de la sabiduría popular, que aprovecha al máximo los recursos naturales, es la costumbre de muchos pueblos costeros de secar con el aire salino de los puertos este y otros pescados. Así, en la costa malagueña, se venden los arbitanes, que no son más que tiras de carne seca de pintarroja, que se usan para hacer caldos y sopas, a las que aportan un fuerte sabor. En Málaga se sirve en muchos bares y tascas el caldillo de pintarroja, un reconfortante caldo picante que se toma en taza, con un poco de zumo de limón, y que era costumbre tomarlo en la madrugada, después de una noche de copas, ya que entona bastante. En la costa andaluza se suele adobar con pimentón, vinagre y sal, al igual que se hace con el cazón, otra especie de tiburón de la zona, de mayor tamaño, y se sirve hecho en frituras. Toda una delicia.